Argentina llama a las urnas a una sociedad desapegada en pleno desbarajuste económico

La gran contienda de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que definirá a los candidatos que podrán presentarse a los comicios generales del 22 de octubre, ofrece un menú acotado.

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Imagen de julian zapata en Pixabay

Buenos Aires, 8 ago (Sputnik).- A menos de una semana de las elecciones primarias que celebrará Argentina este domingo, sus habitantes parecen discurrir por un carril paralelo al que sigue la dirigencia política, faenada entre la campaña electoral y las tensiones derivadas de sus disputas internas.

La gran contienda de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que definirá a los candidatos que podrán presentarse a los comicios generales del 22 de octubre, ofrece un menú acotado.

Los tres precandidatos principales bucean en el espectro ideológico que va de la centroizquierda a la derecha dura. Con menos posibilidades electorales tratan de rivalizar con ellos otros postulantes situados más a la izquierda y en la ultraderecha, mientras el país incursiona en una tembladeral económico que pone en evidencia la fragilidad de la nación sudamericana.

“La sociedad argentina llega a las elecciones cada vez más distanciada de la dirigencia política, que en el afán de seguir siendo electa, ha dejado de escuchar a la ciudadanía y de dar respuestas concretas, ocupada en discusiones en los medios, en eslóganes de campaña y en fotos de cercanía”, analiza para la Agencia Sputnik la politóloga Alexandra Morales, directora de la consultora Meraki.

DIFERENCIAS ENTRE SEMEJANTES

Inmersa en una crisis de representación que va en ascenso ante una campaña que traza pocas propuestas, la población argentina se despierta cada día en un país que arrastra los mismos problemas desde hace años sin visos de solución: caída del poder adquisitivo, aumento de la pobreza, restricciones internas y desborde de la inflación, que superó en junio superó el 115 por ciento interanual, su nivel más alto en 32 años.

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar un préstamo de 44.000 millones de dólares otorgado al Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), con sus consiguientes auditorías, condicionamientos y vencimientos de pago, es el principal lastre que incide sobre el resto de variables económicas de un país con escasas reservas internacionales.

No cuestionan este acuerdo los dos referentes de la principal fuerza opositora que aupó a Macri al poder, Juntos por el Cambio (centroderecha), que se disputan el liderazgo del espacio: el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien sube la apuesta y propone pedir un “blindaje” al organismo multilateral.

“En esta última etapa, Bullrich endureció su discurso, estrategia que hoy la potenció frente a Rodríguez Larreta”, asume Morales. El jefe de Gobierno de la capital, que trata de buscar consensos con alianzas incluso dentro del peronismo no “cristinista” (leal a la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner), intenta así “ampliar su electorado y hablar a sus votantes, a la clase media y a los indecisos”.

Mientras, en la coalición oficialista Unión por la Patria (centroizquierda), el ministro de Economía, Sergio Massa, se convirtió a un año de asumir ese cargo en el “candidato de unidad” consensuado por el actual mandatario, Alberto Fernández, y Cristina Fernández, quienes han mantenido varias diferencias políticas.

Massa se reparte en su doble papel de funcionario y postulante a la presidencia con un mensaje proselitista que se resume en el lema: “La patria sos vos”, mientras asume el ajuste decretado por el FMI y se ve cercado por una creciente brecha entre la cotización del dólar oficial y el informal, en peligrosa escalada en estas últimas horas.

No tiene programa económico a la vista, pero la intención de Massa, que afronta su segunda precandidatura presidencial, en esta ocasión bajo el redil del kirchnerismo al que confrontó entre 2013 y 2019, es “recuperar a los desencantados, apelando a un sentimiento de pertenencia, y en ese camino, trata de polarizar contra los precandidatos de Juntos por el Cambio, a los que identifica como la continuidad del expresidente Macri”, evalúa la consultora política.

ALTERNATIVAS

En este abanico electoral intenta despuntar Juan Grabois, un dirigente social ligado al papa Francisco que aspira a concitar el voto de las sensibilidades más progresistas, dentro de la coalición Unión por la Patria.

Aunque el oficialismo apostaba por Massa como candidato único, transigió en darle un lugar a Grabois por su eventual capacidad para retener al electorado más a la izquierda que no se sienta convocado por el ministro de Economía.

En el otro extremo se encuentra Javier Milei, de la coalición La Libertad Avanza (ultraderecha), quien “lejos de apelar a la racionalidad, intenta conectarse con el enojo y la bronca para representar a esa parte del electorado que pide un cambio rotundo, con su promesa de acabar con la ‘casta política’ y sus ‘privilegios’, en una reedición del ‘que se vayan todos'”, señaló Morales, aludiendo al reclamo que se popularizó en las multitudinarias protestas callejeras durante la grave crisis política y económica que sufrió este país en diciembre de 2001.

Atenta al posible trasvase de votos que le disputa el economista libertario, Bullrich radicalizó su discurso en un esfuerzo por hallar eco en el hartazgo y la desilusión de la sociedad. “Es el electorado más joven quien se ha visto seducido por estas dos figuras, pero el gran interrogante es si ese enfado moviliza al electorado a las urnas o no”, señaló la politóloga.

También aspira a tener relevancia en las PASO el Frente de izquierda Unidad (FIT-U), la única alianza de izquierda que celebra internas, mientras se desgajan por su cuenta otros espacios progresistas que van por separado, como el Nuevo Más o Política Obrera.

Tras recordar que afronta la peor sequía desde 1929, el oficialismo saca pecho del crecimiento del empleo formal privado desde hace 34 meses y del alza de la actividad industrial, que igual muestra signos de fatiga. Que la principal alianza opositora culebree descabezada en busca de su próximo líder no le quita poder de fuego, ante una gestión que tiene poco más para reivindicar. Cómo se motilizará una ciudadanía malhumorada por los recortes y el incesante aumento de precios, está por aclararse en unos días. (Sputnik)