Chóferes del Congreso denuncian irregularidades “desde ir a la feria hasta trasladar familiares”

En octubre, los parlamentarios gastaron $271 millones en traslados. Conductores revelan que trabajan hasta 15 horas diarias considerando tareas que no corresponden a la labor legislativa.

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En los estacionamientos subterráneos del Congreso en Valparaíso y en su sede en Santiago, en un terreno colindante al histórico edificio, se reúnen cada día los choferes contratados por los parlamentarios, que son parte de su personal de apoyo pagado con las asignaciones. Allí deben esperar por instrucciones para el desarrollo de la labor legislativa, como traslados dentro del distrito, reuniones o ceremonias.

Sin embargo, conductores denuncian que el “tiempo muerto” muchas veces es llenado por tareas que no competen a su labor, como hacer las compras en la feria, llevar a la asesora del hogar al supermercado o trasladar a las parejas de los parlamentarios al médico. Además, revelan jornadas de hasta 15 horas de trabajo, malos tratos y exigencias como superar los límites de velocidad permitidos por la ley.

“Como están todo el día en el Congreso, aprovechan de mandarnos a hacer cosa personales. He ido a dejar a los niños al colegio, a buscar ropa a una tienda, a hacer trámites o a pagar cuentas. Incluso, hace poco me mandaron a buscar al hijo a una fiesta, que era en otra comuna y de noche”, cuenta a El Dínamo el conductor de una parlamentaria, que pidió resguardar su identidad por miedo a represalias.

Su caso no es único. En noviembre, quien oficiaba como chofer de la diputada RN Camila FloresOsmán Méndez, decidió presentar su renuncia luego de 3 meses de funciones, denunciando malos tratos, “jornadas laborales superiores a 15 horas diarias”“instrucción premeditada de infringir las normas de tránsito” y “horarios de conducción que sobrepasan la norma establecida por la autoridad”, según se consigna en su carta de desvinculación.

Otro conductor que por años ha trabajado en el Congreso para distintos legisladores afirma que esto sigue siendo común. “Yo hacía de todo. Los miércoles tenía que hacerle las compras en la feria y a la vuelta nos veníamos cargaditos. Otra senadora me explotaba de lunes a lunes. Incluso tenía que ir a dejarlos y buscarlos a la playa”, explica en privado.

“Para la última persona que trabajé, tenía que ir a buscar a su hija a las siete de la mañana y llevarla al trabajo. Luego, ir a buscar a la senadora y llevarla al Congreso. Todo con recursos fiscales”, agrega el mismo conductor, quien es exuniformado de Carabineros. “Nadie hace comentarios a los jefes, porque uno tiene que cumplir las órdenes que le dan”, enfatiza.

Los choferes que accedieron a conversar con El Dínamo aseguran que llevan años con estas malas prácticas -que han ido diminuyendo ante el creciente nivel de regulaciones- y coinciden en la incomodidad que genera utilizar recursos fiscales para tareas totalmente ajenas a la labor que les corresponde, además apuntar a un abuso laboral que merma su calidad de vida.

Los montos utilizados para el traslado de los parlamentarios no son menores. En octubre, el último mes disponible en Transparencia Activa de la Cámara Baja, se llegó a $177 millones entre pago de vehículos, bencina y otros. Para los senadores, en tanto, la cifra alcanzó los $92.642.194, según la rendición de diciembre.

En el caso de la diputada RN Camila Flores -denunciada por su conductor por extensas horas de trabajo y viajes que no corresponden a su labor-, su gasto fue de $2.320.247 ese mes. De ese total, $1 millón 289 mil fue en pago de vehículos, $830 mil en combustible y $199 mil de tag y peajes, siendo la segunda diputada que más utilizó en ese ítem de los 155 legisladores. En la Cámara Alta es la senadora UDI Ena von Baer quien lidera el ranking con $4,4 millones en un mes.

Casos transversales

Conductores consultados por este medio relatan varios casos donde han debido realizar labores fuera del horario de trabajo o durante fines de semana, y por objetivos que no son parte del trabajo parlamentario. Todos ellos pidieron resguardar tanto su nombre como el del legislador para el que trabajan.

Entre los denunciados se encuentra un diputado RN que, durante enero, pidió a su conductor que fuera a dejar a su esposa a un exclusivo balneario. Otro parlamentario de la zona centrosur del país -afirman los mismos- en diversas oportunidades ha instruido a su chofer que viaje desde su distrito hasta Santiago para llevarlo al supermercado, entre otros destinos que no tienen relación con la función parlamentaria.

Otro relato apunta a que una parlamentaria informó a su chofer que iban a trabajar viernes y sábado fuera de Santiago, aunque en la agenda coordinada que utilizan en el equipo no había actividades fijadas. “Al final era que tenía un asado con amigos toda la tarde del sábado. Me pasó plata para comer, pero pésimo, porque perdí un día con mi familia”, cuenta.

El caso del exconductor de la diputada Flores ya se ha convertido en emblemático. Solo duró tres meses en su cargo -siendo el tercero que era contratado en solo ocho meses-, hasta presentar su renuncia el 26 de noviembre. Dos semanas después, el 12 de diciembre, recibió una carta por correo certificado en la que era despedido por faltas graves, de las que no hay registro, y por “pérdida de confianza”.

Ese último punto ha sido motivo de discusión entre el personal de apoyo de todas las bancadas. En una carta enviada por la Asociación de Funcionarios Parlamentarios (Anfupar) al secretario general de la Cámara de Diputados, Miguel Landeros, se cuestiona el uso de esa prerrogativa y el “abuso de poder ejercido” por los legisladores que “evidencia que se requiere con urgencia una modificación a las causales de despido”.

En varios casos, afirman en la organización y asesores consultados, el despido con “pérdida de confianza” se usa como medida de presión para lograr una renuncia de parte del asesor o administrativo. “Con esa causal me complican, porque quién me va a contratar”, dice el periodista de un diputado opositor.

Los contratos del personal de apoyo se encuentran regulados por el Código del Trabajo, a diferencia de los funcionarios de planta de ambas cámaras o de los trabajadores públicos del resto del Estado, quienes se rigen por estatutos. Un alto cargo de la mesa administrativa de la Cámara afirma que estos son “cargos de confianza porque son políticos, ya que ningún UDI va a querer trabajar con un comunista, o al revés”, y que la ley establece la causal de despido por esas razones. Según esta fuente, en el caso del exconductor de Flores fue fortuito: “Se cruzaron la carta de despido con la carta de renuncia”.

Ninguno de los casos anteriores ha llegado a la secretaría general de la corporación, afirman en la Cámara, haciendo hincapié en que la denuncia de Osmán Méndez fue retirada. “La denuncia la tiene que hacer la persona afectada, no la puede hacer un sindicato (en referencia a Anfupar), y tiene que ser muy concreta. Casi nunca las hacen formalmente, sino que por redes sociales u otros lados”, cuestiona.

¿Cuánto gastan los diputados?

El Consejo Resolutivo de Asignaciones Parlamentarias es el encargado de normar el uso de recursos en el Congreso y realizar la mayor parte de su fiscalización. En su resolución de junio pasado, se establecen las reglas que hoy deben seguir los diputados y senadores en cuanto al uso de platas. Cada diputado tiene un monto de $3.527.000 para sus gastos operaciones, que pueden usar a discreción; se suma también un monto diferenciado por distrito, dependiendo su tamaño.

Solo en octubre, los diputados gastaron $177.685.994 entre vehículos, combustible, tag, peajes y pasajes extra. De ese total, Chile Vamos utilizó $113.224.500 en ese mes, mientras que a la ex Nueva Mayoría le corresponden gastos por $51,5 millones. El Frente Amplio rindió $9.667.432.

De todos los partidos políticos, Renovación Nacional lidera el gasto de combustible con $18 millones de pesos y $18 millones por uso de autopista, además de $24 millones por autos. Lo sigue el Partido Socialista, con $18 millones en total, considerando $9 millones en combustible.