Homeopatía y Flores de Bach: pseudociencia y pseudorreligión

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Para el ciudadano promedio puede ser que la Homeopatía y la terapia con Flores de Bach (también llamada “Terapia Floral”), tengan un aire a hierbas medicinales. Y quienes las venden aprovechan al máximo esta confusión, haciéndolas pasar como tratamientos “naturales”. Sin embargo, aunque la descripción de esos preparados suele incluir nombres en latín de plantas y otras sustancias, sus fabricantes y comerciantes no se esfuerzan en aclarar que en realidad no contienen ninguno de esos ingredientes.

Es decir, si bien existen sustancias químicas de reconocida actividad en plantas y árboles, como el ácido salicílico del sauce o la atropina de la Belladona, los productos homeopáticos y terapias florales usualmente no contienen ni una sola molécula de las sustancias que promocionan. Solo se mencionan para dar una apariencia científica a terapias carentes de fundamento científico.

Homeopatía: menos es más

La historia va así: en la misma época de grandes pensadores, como Lavoisier y Avogadro, preocupados por determinar la composición y cantidad de átomos en una solución, al ingenioso Samuel Hahnemann se le ocurrió que una sustancia se volvería mucho más poderosa si se pudiera dar en cantidades casi nulas; diluida al punto de ser químicamente indetectable. Ello resultó en los “remedios” homeopáticos que, pese a sus elegantes nombres en latín, se componen exclusivamente de azúcar o lactato, antes humedecido en agua pura que alguna vez estuvo en contacto con la sustancia original.

Luego apareció un defensor de Hahnemann: Edward Bach (de apellido inglés, y no alemán, por lo que se pronuncia tal como se escribe). Y él tuvo otra ingeniosa idea…. El rocío que se acumulaba en los pétalos de flores podría capturar las “energías” de esas flores. Ello, sin tomar en cuenta las propiedades químicas de la planta, sino su aspecto, relaciones simbólicas con astrología y sensaciones personales del mismo Bach. Así, el agua de esos pétalos se volvería un remedio poderosísimo, aunque primero diluyéndola al máximo en mucha más agua para mayor potencia (!) y luego mezclándola con brandy para que tuviera sabor a algo y no se note que sólo es agua destilada.

Al aplicar química y matemáticas el resultado es abrumador. Las diluciones extremas que se usan para homeopatía y terapias florales garantizan que el producto final será 100% excipientes, con prácticamente nulas probabilidades de tener una sola molécula de la sustancia original. Y como es de esperarse, ni los gránulos de azúcar ni las gotas de agua con brandy poseen efecto alguno más allá del placebo. Simplemente tienen el mismo efecto que dar cápsulas vacías. Aunque esas empresas internacionales no venden sus productos precisamente a precio de agua o azúcar.

Agua, azúcar y Dios

Pero aunque los procesos para fabricar esos placebos no dejen de ser interesantes, y hasta divertidos desde un punto de vista científico, hoy quiero enfocarme en un detalle poco conocido de estas pseudoterapias. Y es que no solo carecen de fundamento científico y efectividad, sino que sus creadores se dedicaron a escribir y promocionar sus terapias afirmando ser los receptores de una revelación divina al más puro estilo de los profetas bíblicos.

Hahnemann llegó a afirmar que la labor del homeópata lo “asimilaba directamente al Divino Creador”, y alababa a dicha deidad afirmando que “ya era hora” de que entregase esta importante revelación a la humanidad: la “divina homeopatía”, por medio del mismo Hahnemann.

Por su parte, Edward Bach parece hacer un intento muy tenue de ocultar sus ideas proféticas al hablar en plural, a menos que estuviese usando un plural mayestático, felicitándose por “este sistema de sanación, que ha sido Divinamente revelado a nosotros”.

Sin embargo, antes de dejarlos con algunas de las frases de estos personajes y sus divinas inspiraciones, les cuento que al revisar sus textos encontré un par de afirmaciones con las que estoy de acuerdo. Hahnemann, en un lapsus de lógica, afirmó algo bastante cierto: que la medicina real y su terapia homeopática son cosas opuestas, y que solo el que no conoce bien en qué consisten podría creer que se pueden unir o practicar al mismo tiempo. Concuerdo y añado que cualquier médico que sepa un poco de farmacología, fisiología y ética, debería tener una postura clara y firme en oposición a este tipo de pseudoterapias, que solo engañan al paciente.

Y también Edward Bach tuvo un lapsus, o quizá un desliz freudiano, probablemente sabiendo que el único aporte de sus “remedios” era gracias al leve efecto de la sugestión. Es así como dijo que quienes más se beneficiarían de sus terapias son los que se mantuvieran “libres” de ciencia y teorías. Y tenía toda la razón, porque a mí, como médico, cuando un paciente me pregunta la composición química de esas “Flores de Bach” y le explico que es solo agua y brandy, suelen pasar de pasividad a indignación con el profesional que se las recomendó o vendió. Como todo engaño, solo funciona hasta que los descubren.

Palabras de Hahnemann y Bach

El médico que toma su trabajo con este espíritu se asimila directamente al Divino Creador del mundo, cuyas creaturas humanas ayuda a preservar y cuya aprobación lo hace tres veces bendito.” S. Hahnemann, Prefacio a 1ª Edición del Organón, 1810.

Ya era hora de que la sabiduría del Divino Creador y conservador de los hombres pusiese fin a estas abominaciones, y que hiciera aparecer una medicina inversa que, en lugar de agotar los humores (…), economice todo lo posible las fuerzas de los enfermos y les conduzca con tanta suavidad como prontitud a una curación duradera (…). Ya era hora que Él permitiese el descubrimiento de la homeopatía.” S. Hahnemann, Introducción al Organón.

El uno se opone al otro, y sólo el que no conoce ambos puede sostener el error de que alguna vez pueden aproximarse o aun unirse, o cometer el ridículo de practicar una vez homeopáticamente y otra alopáticamente, de acuerdo con el gusto del paciente; práctica que debería llamarse traición criminal contra la divina homeopatía.” S. Hahnemann, Organón, Sección 52 (6ª Edición)

Ninguna ciencia, ningún conocimiento es necesario, además de los sencillos métodos descritos aquí; y los que obtengan el mayor beneficio de este regalo enviado por Dios, serán aquellos que lo mantengan tan puro como está, libre de ciencia, libre de teorías, porque todo en la naturaleza es sencillo. Este sistema de sanación, que ha sido Divinamente revelado a nosotros, demuestra que son nuestros miedos, nuestras preocupaciones, nuestras angustias y demás, las que abren el camino a la invasión de la enfermedad.“ E. Bach, Introducción a Los doce curadores, 1941.

Hay poco más que decir, ya que el propio entendimiento sabrá todo esto: y que haya suficientes de aquellos, con mentes comprensivas, libres de la tendencia de la ciencia, para usar estos Dones de Dios para el alivio y la bendición de aquellos a su alrededor. (…) Desde tiempos inmemoriales se ha sabido que la Divina Providencia ha colocado en la Naturaleza, la prevención y cura de la enfermedad, por medio de hierbas, plantas y árboles divinamente enriquecidos.” E. Bach, Introducción a Los doce curadores, 1941.

Comentarios finales

Para los estimados defensores de pseudoterapias: cuando dicen cosas como: “Pero sí tienen efecto: el efecto placebo. Da igual, mientras funcione”, es necesario dejar claro que el efecto placebo es el mínimo efecto por sugestión en cualquier tipo de terapia o pseudoterapia. El piso más bajo para medir efectividad. Y un medicamento solo se aprueba para uso y comercialización cuando demuestra ser superior al placebo en estudios sistemáticos. Mientras que un medicamento que sea igual a placebo no se aprueba, y recomendarlo se considera, de hecho, anti-ético.

En segundo lugar, los diversos estudios en medicina poseen distintos parámetros de calidad (e incluso honestidad de investigadores), por lo que la existencia de un estudio pequeño que sugiera algún posible beneficio para una terapia en particular, no permite aseverar que esa terapia funcione. Para eso se necesitan estudios sistemáticos, reproducibles, bien diseñados y con muestras adecuadas. Y cuando se aplican esos niveles de calidad a la Homeopatía y Flores de Bach, el resultado ha resultado siempre unánime: no poseen efecto alguno más allá del placebo.

Finalmente, si bien es cierto que muchas plantas poseen un real efecto farmacológico (dicho de otra forma, al menos las plantas son superiores a placebo), la cantidad de estos compuestos varía según la subespecie de planta, cuánto sol y humedad recibió, la estación del año en que fue recogida, cuánto tiempo lleva almacenada, bajo qué temperatura y luz, etc. Eso significa que, en la práctica, es imposible determinar la cantidad real de un fármaco presente en preparados de fitoterapia, y es por eso que solemos preferir esos mismos compuestos químicos, o sus derivados, obteniéndolos mediante procesos químicos controlados en un laboratorio, asegurando la cantidad exacta de miligramos.

En palabras simples: cuando Ud. va al médico y éste le ofrece “terapias alternativas” o “complementarias”, se trata de un médico que no le está ofreciendo lo mejor que la ciencia dispone para tratar su condición. Y si hablamos de eficacia, le está ofreciendo lo peor.

Marcos Telias
Médico Cirujano